Nos falta tiempo, ganas, fe. Tantas cosas… ¿Por qué? ¿Por qué el ser humano ha perdido la curiosidad que poseen los niños? ¿Por qué ellos son capaces de imaginar, inventar otros mundos, y nosotros no somos capaces de apreciar la riqueza del nuestro?
Ver a través del objetivo de nuestras cámaras nos ha ayudado a ver la otra cara de las cosas. Esa otra mirada, otro punto de vista, en definitiva, otra sensibilidad. La del fotógrafo. La persona que no se conforma con lo que observa en el primer golpe de vista, que se detiene con los detalles, con la grandeza de las pequeñas cosas.
Podemos decir que somos un poco más fotógrafas que hace un mes. Y este momento es definitivo. Porque no sólo hemos encontrado el reflejo de lo cotidiano en forma de fotografía, sino que hemos conseguido el reflejo del reflejo. Un poco más allá de la realidad, casi rozando la fantasía. Hemos dado con formas imposibles, con fusiones mágicas y figuras espectrales allí donde sólo parecía transcurrir la vida con normalidad.
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